Tarata

viernes, 3 de febrero de 2017

Abraham Levy, el Hombre del Tiempo Fujimorista Nunca fue Meteorólogo


Los huaycos no solo han traído desgracia al Perú en estos días, también han traído de vuelta a la televisión a a Abraham Levy, el hombre del tiempo. Levy hacia pronósticos del clima en América Televisión a finales de la década de los noventas, así mismo asesoraba discretamente al dictador Alberto Fujimori y al doc Vladimiro Montesinos.

En estos días Abraham Levy ha retornado a la televisión siendo presentado por la prensa como un reputado especialista en meteorología, con similar o mayor envergadura que el propio Senamhi: puesto que los noticieros prefieren consultar con él que con los funcionarios del estado expertos en la materia. Lo curioso es que Levy no cuenta con ninguna profesión hasta donde se sepa, así es, no es meteorólogo, ni nada, igualito que la congresista Lourdes Alcorta. Sin embargo el negocio de este señor es el clima, a través de su empresa Infoclima.

La periodista peruana Heidi Grossman escribió en su blog http://lapurapurita.blogspot.pe un revelador post sobre Abraham Levy en el año 2007. La historia sucedió en el año 1999 y tiene como protagonista a la autora y al hombre del tiempo, que por entonces tenía poderosas conexiones con el régimen fujimontesinista. A continuación reproducimos el post de manera integra.





LIAR LIAR LEVY (5 DE MAYO DE 2007)
Por: Heidi Grossman

Abraham Levy tiene una deuda conmigo. Quizás él ya lo ha olvidado pero, como diría su mentor Montesinos: "La información es poder". Ha llegado el momento de desenmascarar a este hombre del tiempo al que ni el tiempo ha podido convertir en hombre.


Remontémonos a 1999. La dictadura lo maneja todo, Fujimori es la reina madre y Abraham Levy tiene un programa en América Televisión (la antena más caliente del país) en el que usa su maravilloso programa de computadora llamado SATEL para predecir el clima. En fin. Yo soy una criatura del señor, alumna de Luis Iberico en el Taller de Investigación en Televisión, curso de mediados de carrera en la UPC. Hay que hacer el trabajo final, una entrevista picante con algún personaje a elegir de una lista puesta en la pizarra por el profesor. Yo llegué tarde y sólo queda Abraham Levy. Qué remedio.

Por esos días había saltado a la luz pública un asunto intrincado: corrían los rumores de que Levy asesoraba a Fujimori, que manejaba un inusitado poder en la América Televisión de los Crousillat y que se le veía ir a coordinar con la crema y nata de la corrupción. Yo, una mocosa inofensiva, llegué a pedirle una entrevista en la que, evidentemente, iba a incluir la pregunta de rigor: ¿es o no es asesor de Fujimori, señor Levy?



Sentados en su oficina en canal 4, el mismo Levy consultó, riéndose, si se lo iba a preguntar. Imagino que no esperaba mucho fuego de una estudiante cachetona, con voz de pajarito y encima de la UPC. "Es mi primera pregunta", le dije. "Ah, bueno, pregunta lo que quieras, no hay problema". El mismo Levy me dio luz verde para tocar el tema, pero la sonrisa se le borró dos minutos después.

- Si no es usted asesor del presidente, ¿por qué Beto Ortiz (acabadito de renunciar a La Revista Dominical) dice que sí?
- No lo sé.
- Ah bueno, entonces ustedes se llevan mal.
- No, para nada.
- Entonces, ¿por qué Beto Ortiz miente?
- No lo sé.
- Debe odiarlo para inventar semejante cosa.
- No... eh...

A Levy empezó a picarle algo. Lo peor vino después, cuando saqué una fotocopia (la más misia que puedan imaginar) del diario La República, donde se publicaba una foto de José Enrique Crousillat, Fujimori y Levy juntos en una fiesta. Otra vez la pregunta:

- ¿Por qué goza el hombre del tiempo de tanta confianza, tanta que asiste junto con los dueños del canal a las fiestas del presidente?

Levy esbozó alguna respuesta, exhaló toda la rabia que pudo y estalló.

- ¡Retrocedan! Basta, retrocedan la cinta. ¡Vamos a volver a grabar!
A ver, a ver. Ni a un estudiante que intenta parecer periodista le puedes decir que borre su entrevista y que la vuelva a grabar. No, naca, never, así no juega Perú, eso no se hace jamás, imposible. Es casi una mentada de madre a la profesión. En fin, mis recontra capos compañeritos, por supuesto, no retrocedieron un segundo. Hicieron la finta, cuadraron el VHS (sí, era VHS, Dios santo) y empezamos de nuevo. Levy, evidentemente, se dio la vuelta como si fuera una moneda. De pronto empezó a contestar con su encantadora sonrisa y con la voz más relajada que nunca. "Ja, ja, qué sé yo, ja, ay, quién sabe, yo no soy asesor, no sé nada".

Luego de algunas preguntas sobre SATEL y sobre los especiales que hacían él y Laura Bozo los sábados (AGGGG!!!!, recordar esto me ha obligado a tomar Mylanta) finalicé la entrevista con toda la ingenuidad que pude reunir.

- Y, claro, es que usted es... meteorólogo, pues, ¿no?
- No, no...
- Ah, es que usted es ingeniero...
- No, tampoco...
- No, disculpe, es astrónomo.
- No (y una vena en su sien hacía abdominales).
- ¿Periodista?

Levy no tiene ninguna profesión. Yo lo sabía. Me parecía sospechoso que tuviera un ingeniero que hacía todo el trabajo por él y que su esfuerzo fuera, simplemente, poner la cara, la vocecita relajada y el aire campechano en televisión. Por qué el canal más importante del país -de entonces- le confiaba a este señor un programa diario? "No será vara?", le dije sonriendo, y Levy me miró con ganas de cobrarse conmigo todo el holocausto. "A los chicos de la UPC -finalizó mirando a la cámara- les digo que no van a ser mejores periodistas porque acorralen a sus entrevistados". Se paró de la silla sin despedirse y desapareció. Cuando salimos de América Televisión con las cintas en la mochila sentimos que éramos los sobrevivientes de una bomba atómica.



La bomba, claro, llegó al día siguiente, sábado. Yo fui a mi clase de edición con Yuri Garrido, un personajete de la televisión que cometió conmigo una serie de delitos. Ni bien llegó a clase me encerró con él en el switcher (un cuartito donde está el control de cámaras, justo detrás del set de televisión de la facultad) y dio rienda suelta al matón que lleva dentro. De pronto se parecía a la mole, dando gritos y golpes a la consola. "¡¡¡Dame los cassettes!!!", me gritaba desaforado. Yuri trabajaba en canal 4 y Levy, su amo y señor, lo había agarrado del cogote para que me quite las cintas.

El gordo estaba enloquecido. "¿Tú crees que Levy no es asesor de Fujimori? ¡¡¡Claro que lo es!!! ¡¡¡Y si no me das las cintas el SIN se va a meter a tu casa y las va a sacar!!!!" Jamás olvidaré la cara de mis compañeros de clase cuando salí, espantados afuera creyendo que Yuri estaba moliéndome a golpes.

Me dio 20 minutos para ir a mi casa y traer las cintas de regreso. Salí corriendo y lo primero que hice fue buscar a mis compañeros de grupo, los que hicieron de camarógrafos. '''Copiemos las cintas", me dijo Daniel. Y lo intentamos, pero era casi imposible de VHS a VHS. No quedaba otra que llamar a Lucho Iberico, el profesor del curso. Realmente creí que Lucho, experto en luchas cívicas, el soldado que durmió en un colchón defendiendo canal 2 del imparable ingreso de los Winter, casi un héroe de la guerra contra la dictadura, iba a pelear esta batallita conmigo. Y me estrellé, de narices, con una patética realidad: "Ahorita no puedes pelear, eres una estudiante. Ya habrá peleas peores cuando seas periodista, Grossmann. Entrégale las cintas a Yuri". Mi profe sacaba el cuerpo con mejor cintura que bailarina de hula hula.

Mis compañeros no querían perder todo lo pagado hasta entonces -que era un huevo- por la carrera en la UPC. Caballera no más. Casi al borde del vómito, con cada uno de mis capilares envenenado de impotencia, fui al set de televisión y le tiré los cassettes a Yuri Garrido como el asaltado que le tira los billetes en la cara al ladrón.

A las 8 de la mañana del lunes Úrsula Freundt, mi jefa de carrera, me buscaba desesperada. "¿¡Pero qué ha pasado!? Ha llamado Abraham Levy, José Francisco Crousillat, José Enrique Crousillat, el rector, ¡todo el mundo! ¿¡Qué han hecho?!" Durante dos horas le contamos a Úrsula minuto a minuto lo que había ocurrido. Pero eran años de dictadura, era el reinado de Montesinos y su socio Levy tenía tenía el poder de convertir lo absurdo en realidad.

Según el engreído de los Crousi yo había cometido una serie de faltas éticas, había ido con documentos en mano a acosarlo (documentos: entiéndase por ello dos fotocopias, una de TVMás y una de La República), le había dicho una serie de malcriadeces y por todo eso merecía, válgame Dios, ser expulsada de la universidad. Y yo, sólo yo, con nombre y apellido.

Levy estaba dispuesto a hacer que el mismísimo Fujimori llamara al rector para castigar mi osadía, ag, horror, niña mala. Pero lo bueno es que los mentirosos no puden contra la evidencia en video. Yuri no había entregado aún las cintas así que, gracias a Dios, Úrsula lo obligó a devolverlas y ahí estaba la prueba de todo. Convocaron a una junta para evaluar si hubo faltas éticas o no -absurdo igual, pero en fin- y, por unanimidad, me dieron la razón. Abraham Levy, sencillamente, era un mentiroso hasta el asco y aplicaba, junto a su cómplice Yuri Garrido, los mismos métodos montesinistas que seguramente comparten con Martin Rivas y todos los Colina boys.

Finalmente ni me botaron, ni me castigaron, ni nada. Por el contrario, Úrsula me entregó las cintas para terminar mi trabajo con la condición de que las devolviera terminada mi edición. Y bueno, me saqué buena nota. Lo que no saben ni mi respetadísima Úrsula ni Abraham Levy es que yo nunca devolví los videos. Me los robé, y los tengo sólo para recordarle a Levy quién es quién y qué tan efímero es el poder. Avísenme, queridos bloggers, para cuándo quieren la función estelar.





* Si deseas saber más sobre la vida, pasión y escándalos de Levy, te recomendamos visitar el blog Desde el Tercer Piso dónde encontrarás más joyas: http://www.desdeeltercerpiso.com/cat/abraham-levy/.

Actualización (25/03/2017) Este vídeo sobre el hombre de otro tiempo, realizado por Ocram, te va gustar.



2 comentarios :

  1. Me llamo Max Gómez, estudio Ciencias de la Comunicación en la Universidad nacional de Piura. Que buen blog por Dios, sería un tesoro y hasta pagaría por ver ese video. Por favor dame tu correo quisiera estar más en comunicación contigo (aunque ni me conozca). Un abrazo, que tenga buen día Heidi Grossman.

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  2. Periodista con agallas, el tal levy una joyita

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