Tarata

jueves, 29 de enero de 2015

Marco Sifuentes: El Único Pulpín es Humala


Hola a todos y todas. Les recomiendo este post. El periodista Marco Sifuentes, hombre fuerte de las redes sociales peruanas, escribió para el Diario al República, el siguiente artículo sobre la vida, pasión y muerte de la #LeyPulpin y el papel suicida del Presidente Ollanta Humala.

El único pulpín es Humala
Por: Marco Sifuentes

¿Para qué arriesgó tanto el presidente? ¿En serio pensaba que los jóvenes iban a creer que la ley tenía como objetivo mejorar sus condiciones laborales? ¿De verdad estaba convencido de que esa ley era la clave para reactivar la economía? ¿Por qué demonios insistar tanto con ella? ¿Realmente la necesitaba tanto? ¿Valió la pena quedar desnudo ante el país, revelado como un monigote zarandeado que solo puede asegurarse 18 votos en un Congreso de 130? ¿Para que tuiteó, retuiteó y se desgañitó Nadine? ¿Para qué exponer a sus pocos militantes jóvenes al ridículo de la marcha de “Jóvenes Informados” a favor de la ley? ¿Para qué despojarse de uno de sus mejores –sino el mejor de sus– congresistas y a su propia –¡su única!– vicepresidenta, perdiendo la mayoría en el Congreso y entregándose en bandeja de plata al fujimorismo? ¿Y la humillación de solicitar un viaje a Costa Rica en plena crisis, retirar la solicitud cuando es evidente que te la van a aventar en la cara, resignarte a ir a Cañete y, una vez allí, soportar que transmitan, en vivo y en directo y por televisión nacional, cómo una alcaldesa te agradece haber “derogado la Ley Pulpín”?

¿En qué cabeza todo esto es un cálculo político mínimamente aceptable?

Hace un año y medio, las protestas contra la repartija sacaron a la calle a 10 mil personas. Toda la clase política se vio obligada a retroceder. Antes de eso, tan solo con la presión de las redes sociales se había conseguido arrinconar al gobierno y dejar en suspenso reforma pro-AFP. Pasó un año, el gobierno pensó que la reactivación de su reforma pasaría piola y, sin embargo, nuevamente, la protesta digital derivó en una protesta real y, nuevamente, el gobierno retrocedió.

¿Es que acaso Humala pensó que esas dos protestas no habían incubado nada?

Desde el primer “pulpinazo”, se reactivaron las redes gestadas durante las protestas contra las AFP y la repartija. Con toda la experiencia ganada, se delinearon 14 zonas en Lima para organizarse mejor (otras ciudades del país también se dividieron en zonas). Cada una de esas zonas coordinaba a través de grupos de Facebook, la mayoría de los cuales funcionaba por invitación. A su vez, los líderes de cada zona coordinaban entre sí en un grupo de WhatsApp. Algunos de los dirigentes venían de partidos de izquierda pero, en la medida de lo posible, se trató de mantener la independencia de zonas. Algunas de ellas armaban eventos (fiestas, piqutes, polladas, etc.) para recaudar fondos para la organización. También se coordinaba con grupos audiovisuales como Radio Bomba y Guerrilla Audiovisual, a la manera de lo que fue Midia Ninja para las protestas brasileñas. Todo esto era fácil. La mayoría de jóvenes estaba de vacaciones y las redes habían sido creadas por el mismo gobierno humalista en los dos fiascos anteriores.

¿Realmente Humala se creyó el cuento de que estos eran unos pulpines?

No entendió que los chibolos pulpines no son los que salieron a marchar. Son los chibolos que no quieren que los agarren de pulpines. La Ley del Trabajador Pulpín se llama así precisamente porque quiere agarrarte de lorna. Los que la rompieron la calle cinco veces a Humala son gente en el extremo opuesto de la pulpinización. En cambio, en todo este sainete, al único que agarraron de pulpín fue al Presidente de la República del Perú. Orgullo patrio.

Por ahora es todo. Soy el Dr. Azul en Tarata 21...

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